SUMARIO/ Por Gustavo Gonzalez Godina
Si tiene usted 40 años de edad o más y lleva unos 20 afiliado al Seguro Social, no me dejará mentir. A finales del siglo pasado, en la década de los 90s el IMSS era el máximo exponente de la burocracia déspota, prepotente, indiferente al dolor de quienes requerían de su atención, lo trataban a uno poco menos que a patadas, como si fuera el derechohabiente a pedir caridad, se imaginaban -supongo- que el gobierno simplemente imprimía billetes para pagarles sus sueldos, no se detenían a pensar que eran los derechohabientes y las empresas quienes los pagaban a través de las cuotas obrero patronales.
Y el servicio era pésimo. Para que le tomaran a usted una muestra de sangre para unos análisis, había que perder toda la mañana; para una placa de Rayos X ya ni se diga, lo programaban para semanas o meses después de cuando la necesitaba, o sea, lentos y de mal modo; las filas para llegar a la farmacia le daban la vuelta a la cuadra y no siempre había en existencia lo que había anotado el médico en la receta, “véngase la próxima semana a ver si ya nos llegó”, ibas la siguiente semana y nada, “véngase el martes” (era jueves) y nada, y así lo traían a uno a vuelta y vuelta; el que tenía con qué se compraba su medicamento, el que no simplemente se moría. Se llegaron a dar casos, en los que cuando al fin se llegaba la fecha en que le tocaba su cita con el especialista a un paciente, un año o dos después de que la solicitó, el paciente ya se había muerto.
Así era el Seguro Social, yo lo viví, aunque no siempre estuve afiliado sino por temporadas, pero me tocó ese mal trato y mal servicio que eran del dominio público, tenía fama de eso el IMSS (Importa Madre Su Salud, decían que significaban las siglas).
Pero ándale que de unos 10 años para acá todo o casi todo empezó a cambiar. No sé cómo le hicieron los gobiernos neoliberales (los mismos que lo habían echado a perder), pero casi todo mejoró en el Seguro Social, no sé qué les dieron a los burócratas (dicen que cursos) pero se volvieron amables, atentos, lo empezaron a recibir a uno con el saludo, con una sonrisa, con un “cómo ha estado”. Yo me quedé asombrado, no lo podía creer…
Y no sólo eso, el trámite del laboratorio se empezó a hacer en una hora o menos, el servicio de Farmacia se volvió muy ágil y eficiente, a los Rayos X lo mandaban a uno inmediatamente, las citas con los especialistas eran cercanas y éstos empezaron a mostrar interés por la salud del consultante, apareció la sensibilidad que siempre debieron mostrar y todo, o casi todo, mejoró. Lo único que no fue la aglomeración en la consulta externa, y eso porque los médicos familiares no se dan abasto. Todo lo demás bien, yo se los dije así a varios empleados y médicos, y llegué a redactar una felicitación por el cambio para dejarla en el buzón de sugerencias.
Y ¿qué cree?, que todo se está empezando a ir a la chingada otra vez: que no hay agenda y no se puede obtener una cita hasta dentro de muchos meses, que no hay tal o cual medicamento, los Rayos X son un desastre, te operan más rápido y de buen modo en el Hospital Civil de Guadalajara que en el Centro Médico de Occidente, los especialistas se empiezan a llevar a sus pacientes a sus consultorios o clínicas particulares… ¿Cómo le hace un mal gobierno para darle en la madre a todo?
Ya muchos mexicanos contaban con atención médica, de buena, regular o mala calidad, los que trabajan en el gobierno eran atendidos en el ISSSTE; algunos, privilegiados, en los hospitales de la Marina o de Pemex; los trabajadores de las empresas en el Seguro Social; y para los que no contaban con ninguno de los servicios mencionados se creó el Seguro Popular, que mal o bien atendía a la mayoría en los hospitales regionales y centros de salud. Quedaban pocos en el desamparo absoluto.
Pero llegó el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador y se cansa gansa de que le parte la madre a todo, desapareció el Seguro Popular, no hay medicamentos para los niños con cáncer ni para los portadores de VIH, no hay estancias infantiles, no hay refugios para las mujeres que sufren la violencia del marido, el IMSS y el ISSSTE van en picada otra vez.
Al Seguro Popular intentan reemplazarlo con algo que se llama INSABI, que carece de reglas de operación y no funciona, pero sí empezó por cobrarles a quienes atendía el Seguro Popular, cuatro o cinco veces lo que les cobraba éste.
La atención a la salud pública es un desastre, sobre todo para la gente más necesitada, porque López Obrador y sus hijos y los machuchones de la 4-T se atienden en los hospitales privados más caros del país y del extranjero, esa es la austeridad que pregonan.
Por supuesto que se pueden atender donde se les pegue la gana si tienen con qué, lo que molesta es la incongruencia e hipocresía con que se burlan de la gente pobre. No nos extraña mucho, pues lo dijo AMLO desde que andaba en campaña: “(Los voy a chingar a todos), primero los pobres”. Lo que pasa es que la gente no escuchó la primera parte de la promesa.
Los gobiernos anteriores, los corruptos neoliberales, algo hicieron, poco o mucho por la población. El que yo creía que no había hecho nada de provecho fue el de Vicente Fox, sin embargo luego caí en la cuenta de que creó el IFAI llamado después INAI para que los mexicanos, todos, cualquiera, tuvieran acceso a la información, lo que frenaría los enjuagues y raterías de los funcionarios por temor a ser exhibidos.
Claro que su debilidad fue su segunda mujer y su hipocresía, su doble moral típica de los panistas, y los hijos de Martha Sahagún se aprovecharon del cargo de su padrastro para robar a manos llenas. Pero algo hizo Fox, establecer el derecho a la información a través del IFAI. Bueno pues ya le dio en la madre López Obrador, cualquier tema de corrupción de sus cuates o de Él mismo no lo podemos conocer porque lo declara reservado por los años que le dé la gana, empezando por las tranzas con el segundo piso en la vialidad, hasta llegar a la complicidad con el narco en la liberación del hijo del Chapo Guzmán en Culiacán.
Destruyó así AMLO el pequeño pero importante logro de Vicente Fox, destruyó también a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que ya no sirve para nada porque puso al frente a una amiga de Él mediante un fraude en la elección; destruyó la división de poderes porque ahora Él manda en la SCJN; y va por el Instituto Nacional Electoral (INE), del que necesita deshacerse porque le estorba para su reelección.
¡Qué capacidad de destrucción! de este hombre. Todo lo mucho o poco que hicieron los gobiernos anteriores lo está destruyendo: la inversión privada nacional y extranjera; la generación de empleos, el crecimiento económico que está en ceros, la salud pública, la transparencia, el respeto a los derechos humanos, las instituciones todas. ¿Y a cambio de qué?, ¿está combatiendo a la corrupción?, cero. ¿Ha mejorado la seguridad pública, la paz y la tranquilidad?, todo lo contrario. ¿Qué nos ha dado a cambio?, sólo atole con el dedo a los que Él llama sus mascotas y que lo siguen adorando.
Y lo que falta aún. Leí una versión acerca de una supuesta reunión a la que asistieron el presidente López Obrador, el Secretario de Hacienda, el de la Defensa Nacional y el director del Seguro Social, entre otros. En ella el presidente le dijo al de Hacienda que necesitaba ya no los 30 mil millones de pesos que le había pedido para construir las sucursales del Banco para el Bienestar, sino aunque fueran sólo 10 mil millones para empezar; el de Hacienda le contestó que no había dinero para eso, a lo que AMLO le dijo al Secretario de la Defensa Nacional: “¿Ya ves?, te dije que eso nos iban a decir, que no hay dinero”. Y que intervino entonces Zoé Robledo para decir: “Pues yo tengo ahí el dinero de las pensiones (de los derechohabientes del Seguro Social), si quiere de ahí les puedo prestar”.
No sé qué tan cierto sea lo de esta reunión y este diálogo, pero no dudo ni tantito que en cualquier momento AMLO decida echar mano de las pensiones y dejarnos sin comer a quienes aportamos durante años para nuestra pensión y que de ella vivimos ahora. Si lo hace no nos dejará otro camino que el de las armas, preferible morir matando que morirnos de hambre.
PD.- Hay sólo tres hombres inteligentes en el gobierno de la Cuarta Trastornación y pronto quedarán sólo dos, al otro le queda poco tiempo de vida y saldrá de Morena antes de morir para ser congruente hasta el final. Los otros dos competirán por llegar a ser el relevo de AMLO, uno apoyado por Éste y el otro por su inteligencia y sentido común, aunque sea también un narcotraficante. La crisis de los migrantes dejó varias cosas en claro.